Educación: la promesa de una esperanza para los refugiados del mundo

Declaración de Yasmine Sherif, Directora Ejecutiva de La Educación No Puede Esperar, en el Día Mundial de los Refugiados 

20 de junio de 2023, Nueva York. A finales de 2022 había 108,4 millones de personas desplazadas forzosamente en todo el mundo. Esta cifra incluye a 62,5 millones de desplazados internos, 35,3 millones de refugiados, 5,4 millones de solicitantes de asilo y otros 5,2 millones de personas necesitadas de protección internacional, según un análisis reciente del ACNUR.  

En la actualidad, más de 43 millones de esas personas desplazadas forzosamente son niños y niñas, en comparación con los 36 millones de 2021.  

Con motivo del Día Mundial de los Refugiados, La Educación No Puede Esperar hace un llamamiento a los dirigentes mundiales para hacer cumplir los derechos de los refugiados establecidos en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Estos niños y niñas, que han se han visto obligados a abandonar sus amados países de origen huyendo de los conflictos armados y la persecución, tienen derecho a recibir protección y servicios básicos, además de continuar con su educación. Cuando se tiene acceso a oportunidades de aprendizaje seguras, inclusivas y de calidad, hay Esperanza lejos de casa.  

Esperanza lejos de casa representa la seguridad de las aulas, el cariño de docentes atentos y preparados, la nutrición que proporciona el almuerzo escolar y la dignidad necesaria para aprender, crecer y prosperar. Sus experiencias les han hecho resilientes, pero las cicatrices permanecen. Gracias a los servicios de salud mental y apoyo psicosocial integrados en su itinerario educativo, pueden alcanzar, y alcanzarán, su pleno potencial de las formas más asombrosas.  

Una vez llegue la paz, estos refugiados regresarán a sus hogares con seguridad y dignidad para reconstruir sus países, o convertirse en activos esenciales en sus nuevos países.  

En colaboración con asociados estratégicos como el ACNUR, La Educación No Puede Esperar trabaja para lograr que los niños y niñas refugiados tengan acceso a espacios de aprendizaje seguros donde estén a salvo de nuevos abusos y atropellos, al tiempo que continúan su educación.  

En lugares como el Chad, esto significa que las niñas refugiadas, como Hawa, aprenden a leer y escribir bajo los auspicios del Gobierno, que ha dado grandes pasos para integrar a los refugiados en el sistema educativo nacional. Significa que madres jóvenes, como Meda, refugiada en la República Democrática del Congo, puedan romper las normas sociales para encontrar una vida mejor a través de la educación. Significa superar la brecha digital en Uganda, promover la paz en Malí y hallar nueva esperanza en Colombia.  

Pero no lo conseguiremos solos. Harán falta casi 4.850 millones de dólares al año para ofrecer educación a los refugiados del mundo. Replanteándonos nuestras prioridades y aunando esfuerzos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030, debemos vincular a donantes, el sector privado, fundaciones filantrópicas y otras modalidades de financiación innovadoras para salvar esta brecha.  

La Educación No Puede Esperar, el fondo mundial de las Naciones Unidas para la educación en situaciones de emergencia y crisis prolongadas, se creó para seguir y encontrar a quienes han quedado más atrás –los refugiados en tránsito– y promover una educación de calidad. Con una financiación total de 1.500 millones de dólares durante los próximos cuatro años, proporcionaremos una educación integral y de calidad a 20 millones de niños, niñas y adolescentes. Esta cifra incluye a refugiados, niños y niñas de las comunidades de acogida y niños y niñas que viven en primera línea de las crisis humanitarias más acuciantes del mundo. Nuestra inversión en la educación de todos los niños y niñas en todas partes constituye una inversión en humanidad, no solo en la suya, sino también en la nuestra.