Sin educación, no hay paz
La Educación No Puede Esperar: declaración de la Directora Ejecutiva Yasmine Sherif en el Día Internacional de la Paz
El Día Internacional de la Paz nos invita a todas las personas a redoblar los esfuerzos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y situar la educación en el centro de las iniciativas mundiales para lograr un mundo seguro y en paz.
Sin educación, hay muy pocos cimientos para que exista una paz justa y genuina en cualquier país. Sin entornos de aprendizaje seguros y protectores, no hay seguridad humana. Sin docentes cualificados y educación para todas y todos, no hay igualdad.
Este año marca la mitad del camino hacia el cumplimiento de las promesas formuladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al tiempo que conmemoramos el 75.º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
A pesar de estos compromisos históricos asumidos hace 75 años, en la actualidad los conflictos armados siguen siendo una amenaza clara y presente para muchas personas en todo el mundo.
En total, alrededor de 449 millones de niños y niñas de todo el mundo viven en una zona de conflicto, es decir, uno de cada seis menores. Este no puede ser el siglo XXI que queremos dejar en los libros de historia para las generaciones futuras.
En África, 180 millones de infancias sufren los terrores de la guerra y el reclutamiento forzoso, temen por su dignidad y su vida, y se enfrentan a una situación de desposeimiento y desplazamiento. La guerra en el Sudán y el aumento de la violencia en otras partes de África están agravando aún más la situación de millones de niños, niñas y adolescentes en edad escolar.
En Asia, 152 millones de niñas y niños se encuentran en zonas de conflicto. Hay niños, niñas y jóvenes rohinyás que han huido de persecuciones, violaciones de los derechos humanos y presuntos crímenes de lesa humanidad solo para toparse con nuevos problemas en el campamento de refugiados de Cox's Bazaar, el más grande del mundo.
En América Latina y el Caribe, 64 millones de infancias están atrapadas en una situación de violencia brutal. Su generación está marcada por la desigualdad, actividades delictivas, decenios de disputas violentas y desplazamientos forzados.
Este problema no solo afecta al Sur Global. El peligro está a las puertas de Europa y América del Norte. Solo en Ucrania, 5,7 millones de niños y niñas en edad escolar están atrapados en el fuego cruzado de un brutal conflicto armado. Ellos no lo iniciaron, pero son sus vidas las que corren el riesgo de ser reducidas a cenizas.
El fondo La Educación No Puede Esperar y su amplia coalición de asociados estratégicos, integrada por organismos de las Naciones Unidas, organizaciones de la sociedad civil, Estados miembros, comunidades y entidades del sector privado, están trabajando incansablemente en la primera línea de estas crisis para proporcionar a los niños, niñas y adolescentes la seguridad y la esperanza que solo una educación de calidad puede brindar.
En Sudán y los países vecinos afectados por el conflicto armado interno y la crisis regional de refugiados, hay ahora dos millones de menores en edad escolar desplazados que necesitan apoyo urgente. Al aumentar las respuestas rápidas, estamos logrando que niñas como Samiya regresen a la escuela y al aprendizaje y se encaminen hacia un futuro pacífico.
En Camerún, donde la educación sigue siendo atacada, particularmente en regiones como el noroeste y el suroeste, estamos trabajando con nuestros asociados para crear oportunidades educativas seguras para niñas como Hadiza.
En Haití, un país plagado de pandillas, violencia, pobreza y hambre, nos estamos asegurando de que niños y niñas como Darline reciban comidas nutritivas y apoyo psicosocial y para la salud mental, y dispongan de una amplia variedad de oportunidades educativas holísticas para que puedan labrarse un futuro mejor.
La paz es posible durante nuestra vida, pero para ello son imprescindibles tanto la seguridad nacional como la seguridad humana y, sobre todo, la justicia y los derechos humanos. Para lograr el objetivo de una paz sostenible y genuina, la mayor inversión que podemos hacer es garantizar una educación de calidad para todos.